jueves, marzo 05, 2009

REGALANDO UN REGALO A MI VIDA.


Iba en bici y lo que digo siempre, la bici te aporta sensaciones, momentos especiales que no se perciben en el interior de un coche. El semáforo se pone en rojo, paro. Entonces los vi, en una esquina, a 5 metros de mi. Él era un señor bastante mayor, deduje que era el padre. Ella también mayor aunque más joven que él, deduje que era la hija y tenía Síndrome de Down. Él, el padre, para entendernos, le dice a ella que cierre los ojos. Ella pone todo su empeño en esa tarea, se gira de espaldas al padre, se tapa los ojos con las manos y empieza a contar en voz alta, 1,2,3,4...me transmite grandes dosis de inocencia casi infantil. El padre, al mismo tiempo, anda rebuscando nerviosamente dentro de una bolsa, sin perder la sonrisa, con la ilusión de quien va a hacer feliz a quien se quiere. La niña mayor sigue contando, sin dejar de reir, esperando ilusionada su regalo. El semáforo se pone en verde, me pongo en marcha y de rebote llega hasta mí, la felicidad se contagia siempre, me voy de allí con la ternura a flor de piel, los pensamientos brotando, la sonrisa en los labios, imposible de esconder, y feliz por haber sido testigo de un momento deliciosamente mágico, absolutamente hermoso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Disfruta de estos momentos, de la magia del instante, de lo infimo, al fin de todo es lo único que nos queda.

Los Santos Inocentes.

Lorena dijo...

Y no te falta razón. Mi abuela decía que de esta vida no nos llevamos ni el cuerpo, así que confío en que al menos las experiencias sirvan para el alma. Gracias por tú comentario, ni idea de quien eres. Un abrazo.

Lorena dijo...

Y no te falta razón. Mi abuela decía que de esta vida no nos llevamos ni el cuerpo, así que confío en que al menos las experiencias sirvan para el alma. Gracias por tú comentario, ni idea de quien eres. Un abrazo.